HOTELES CON ALMA Y CON LA MEJOR SITUACIÓN
Nacimiento de un icono
Construido en 1862 por orden de Napoleón III, el InterContinental Le Grand fue el epítome del lujo imperial y uno de los grandes hoteles del mundo. Situado frente a la Ópera Garnier, encarnó desde su origen el espíritu de la Belle Époque: fastuoso, cosmopolita y profundamente parisino.
Durante más de siglo y medio ha recibido a monarcas, artistas y escritores, que dejaron su impronta entre mármoles, espejos y terciopelos. En sus salones se hospedaron los ecos del Segundo Imperio, las intrigas diplomáticas y los romances de novela.
Arquitectura y esplendor
El edificio conserva intacta su grandiosidad. Cúpulas de cristal, escaleras monumentales, dorados que reflejan la luz de las lámparas y un patio interior que parece un escenario de ópera.
El Café de la Paix, adyacente al hotel, es otro de sus símbolos: allí se mezclan turistas, parisinos y personajes eternos que parecen salidos de una pintura impresionista. Le Grand es, en sí mismo, una obra de arte habitada.
La experiencia actual
Hoy, el hotel combina su herencia imperial con un refinamiento moderno. Las habitaciones, rediseñadas con sutileza, conservan molduras originales y una luz suave que invita a la contemplación.
Todo aquí respira París: el aroma del croissant matinal, el murmullo del tráfico en la rue Scribe, el eco lejano de la Ópera. Quien se hospeda en Le Grand no busca simplemente comodidad sino la emoción de vivir un fragmento del París eterno, donde cada gesto cotidiano tiene la dignidad de un ritual.
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